El Año de la Serpiente
Apenas setenta páginas que nos provocan más ganas, como dar pocas relamidas a una bola de helado de frambuesa. Porque a esa frutilla sabe este relato: agridulce, agradable, fresco. Concebido como un diario íntimo, hecho a trocitos confesionales y con la resistencia natural de configurar una trama. Porque el registro del diario acoge, desprevenidamente, las pasiones más sobresaltadas y la serenidad más pasmosa.
Apenas setenta páginas que nos provocan más ganas, como dar pocas relamidas a una bola de helado de frambuesa. Porque a esa frutilla sabe este relato: agridulce, agradable, fresco. Concebido como un diario íntimo, hecho a trocitos confesionales y con la resistencia natural de configurar una trama. Porque el registro del diario acoge, desprevenidamente, las pasiones más sobresaltadas y la serenidad más pasmosa.
La protagonista se va de campamento a recibir el año nuevo. ¿Sola? Ni loca, acompañada de dos amigos. Ellos son unos afortunados, pues son sus amigos preferidos y con ellos emprende, sin proponérselo, un breve viaje por las reflexiones trascendentales de la metafísica adolescente. La salida a una playa es sólo un pretexto para un aprendizaje de la amistad, tal vez del amor. Dos grandes afectos que hacen la vida más bella e inalcanzable, como el cielo que miran tendidos en la arena durante ese decaimiento del año viejo. En aquella noche estrellada no hay ocaso de sol, pero sí luna nueva y es lo que Lucía nos ofrece en estas páginas —también ilustradas por ella— escritas para sí, pero que nosotros oteamos con la fruición del entrometido.
Jorge Eslava
1 comentario:
buen comentario por una obra que promete mucho y de las que vendran
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